HAY PODER
EN LA HONRA.
Cuando
nosotros honramos a los padres, cuando honramos a los hijos, a los compañeros,
cuando honramos a los enemigos también, hay poder; porque al que te maldiga, tu
estas llamado a bendecirlo.
¿Por qué tenemos que bendecir? ¡No
es fácil bendecir al que te insulta! Es cierto, sin embargo, yo descubrí algo:
es muy difícil odiar a alguien que piensa bien de ti. A esa cuñada que te está
criticando, envíale un mensaje de bendición por un tercero, hazle saber que tú
piensas bien de ella, y ella va a decir:
"¡Qué bueno que piensa bien de mí! ¡Ya no me cae tan mal como antes!"
Y es que bendecir, honrar es un poder extraordinario.
Tenemos que usar el poder de la honra (escuchar, validar, felicitar) cuando
alguien te trate mal o cuando tengas un obstáculo, por ejemplo. Ponte en los
zapatos del otro y pregúntate: "¿Por qué esta persona está reaccionando
así? ¿Qué le habrá pasado? ¿Será que tuvo muchos problemas? ¿Será que le pasó
algo feo?".
Necesitamos
meternos un poco para entender que lo que el otro siente lo siente por algo, y
aunque nosotros no estemos de acuerdo, lo aceptamos como una medida de honra,
porque la honra trae milagros. Cuando tú
honras las puertas se abren. ¿Por qué está Comunidad esta tan honrada,
felicitada, Apreciada, Valorada? Porque donde vamos, nosotros honramos a todo
el mundo.
Cuando honramos a Dios pasan cosas milagrosas. ¡A Dios le encanta que le demos
honra! La Biblia dice: "Yo honro a los que me honran". Cuando
escuchamos a Dios, cuando sentimos lo que Él siente, cuando validamos su
corazón y cuando le decimos palabras lindas, Dios nos da dos cosas:
Cuando honramos a Dios, Él te da la victoria.
Pone
en tu mano la victoria cuando lo honras. Dios promete la victoria a los que
honran Su nombre. Por eso, si hoy tienes que pelear contra un gigante difícil
de vencer, tienes que hacer como David. Cuando David vio a Goliat no le dijo:
"¿Qué te pasa, qué quieres?"; no. ÉL dijo: "Yo
vengo en el Nombre de mi Dios grande y todopoderoso. Él es el general de los
ejércitos celestiales en los que yo sirvo". ¿Qué hizo
David? Antes de pelear, antes de tirar la piedra, honró el nombre de Dios. ¿Y
qué hizo Dios? Le dio la puntería para que con un par de piedras le pegue y
caiga el gigante. Dios te va a dar la puntería, te va a dar la habilidad para
que la deuda caiga, la enfermedad caiga, el problema caiga, la depresión caiga.
Pero antes tienes que levantar las manos al cielo y decirle: "Señor, Tú
eres el Dios grande y todopoderoso y soy parte de tu ejercito. ¡Yo honro Tu
nombre!". Y Dios dice: "A esa persona le tengo que entregar la cabeza
de Goliat porque me ha honrado".
El gigante cayó y le cortó la cabeza, y David se llevó dos cosas: se llevó la
cabeza de Goliat y se la regaló a Saúl: "Toma, esto es para ti". Y
agarró la espada y dijo: "Esto es para mí". ¿Y sabes qué hizo con esa
espada? La colgó en la casa y cuando a la noche no podía dormir, abría un ojo y
miraba la espada, y la espada era su trofeo de guerra que le recordaba que Dios
había honrado su vida.
Dios va a honrarte delante de todos tus enemigos porque
el que lo honra Dios honra con poder. ¿Sabes qué hizo David
después? Se cansó de tener la espada en la casa, entonces se la llevó al templo
y la colgó allí.
Cada
vez que iba a adorar a Dios, miraba y decía: "¡Ahí está la espada!". Tú necesitas
traer tu espada, tu última victoria, tu trofeo de guerra, tu última medalla, y
colgarla en la pared espiritual, todos los logros que has tenido, tu mejor
logro, tu último logro tiene que ser un trofeo, y cada vez que vengas a la
reunión, a la asamblea, vas a mirar las paredes espirituales y vas a decir: "¡Ahí está la
espada, ahí está la victoria que tuve, ahí está colgado el trofeo de guerra,
porque si yo lo honro, Dios me volverá a dar otra victoria".
Jonás no quería ir a predicar, no quería honrar a Dios, y narra La Palabra que
vino un pez muy grande y se lo tragó. Tres días se quedó Jonás en la panza de
la ballena. Y mientras estaba ahí dentro de la ballena, Jonás honró a Dios y el
pez lo vomitó. Cuando te trague la deuda vas a honrar a Dios y la deuda te va a
vomitar; cuando te trague la enfermedad vas a honrar a Dios y la enfermedad te
va a vomitar, porque no hay maldad, no hay maldición ni hay demonio ni problema
que te pueda retener si estás adorando el nombre del Señor, si proclamas:
"Tú eres grande Señor, te amo a ti, te adoro a ti. Yo declaro que tú eres un Dios grande y
poderoso". Y Dios dice: "¡Ese no se me puede quedar tragado en esa
ballena!", y la deuda, la tristeza, la enfermedad te va a escupir,
te va a vomitar, y vas a pisar tierra dándole nuevamente gloria al Señor porque
la victoria es la herencia de los que honramos Su nombre.
"...Sin embargo, los israelitas tuvieron muchos hijos, y a tal grado se multiplicaron que fueron haciéndose más y más poderosos. El país se fue llenando de ellos. Ex. 1,7
Dice Éxodo 1:7 que cuando el pueblo
de Dios estaba en Egipto crecía "más". No dice
"más" sino "más y más". Dios te dice: "Vas a
crecer "más y más", y vas a tener "más y más" victoria, y te van a querer "más y más", y te va a ir muy muy bien, y vas a lograr cosas grandes y muy grandes ".
En Éxodo 10,2 cuando Dios lo
saca de Egipto al pueblo judío, le dice a Moisés: "Vas a enseñarles a tus
hijos y a tus nietos quién soy Yo para que cuando lo hagas sepas quién soy".
Y acá hay algo interesante: no tendría que decir: ¿«Le vas a enseñar a tus
hijos y a tus nietos quién soy Yo para que "sepan" quién soy?» en vez
de decir ¿«para que "sepas" quién soy»? Dios dice: "Le vas a
enseñar a tus hijos y a tus nietos para que tu sepas quién soy Yo", porque cada vez
que honras el nombre del Señor y lo siembras en alguien, algo de Dios se
destapa en tu vida, algo maravilloso se despierta, algo descubres. Y es que
Dios honra a los que le honran.

David decía (Salmos 139:17): ¡"Cuán
preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!", porque Dios le daba
revelación a David. Él amaba la revelación, amaba leer La Palabra, amaba
escuchar La Palabra. Y cuando tu honras La Palabra y honras al Señor, Dios
dice: "El pez te va a vomitar, la espada de
David te va a acompañar, y todo lo que hagas te saldrá muy muy bien".
Hay que honrar a Dios escuchándolo. A Dios le agrada cuando lo escuchamos; le
gusta también cuando validamos lo que siente y cuando le damos palabras
de felicitación privadas y públicas. Si haces esto, Dios te va a dar mucha
mucha victoria.
Continuará...
Declaro
éxito en tu vida!
Alberto
Guzmán
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